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  • Foto del escritorCarolina Rubio

El desafio moderno de la lactancia materna


Cuando estaba esperando mi primer hijo me ocupé tanto de la forma en que quería que naciera y tenía tan claro que quería amamantarlo, que di por hecho que la lactancia sería algo instintivo y natural para lo cual había nacido, como todas las mujeres.

Lo cierto es que después de lograr el parto respetado que soñé, y que me regaló el día más feliz de mi vida, me di cuenta de que el parto, sea cual sea, dura un solo día… La forma de nacimiento de nuestros hijos debe ser respetada, de eso no hay duda, con información, escucha y cuidado, nuestros hijos pueden venir a este mundo rodeados de amor, sea una cesárea, sea un parto vaginal, pero mi punto en este artículo es que ese día, es solo uno. Mientras que lo que viene después… dura mucho, mucho tiempo… años… y las primeras semanas son abrumadoras, son un tsunami de emociones, una explosión de experiencias para las cuales la mayoría de mujeres hoy en día no estamos preparadas.

No sé si esa falta de preparación conllevó a un desastre en la lactancia y por lo tanto toda la fortaleza que me había dado el parto se desmoronó como un castillo de naipes, o si fue el mismo huracán de hormonas y rebeldía repentina contra mi propia madre la que me llevó a tantos conflictos con la lactancia… aún no sé el origen pero sólo sé que fue el mayor desafío que enfrenté en mi postparto. Y así como yo, muchas mujeres lo viven. Algunas lo superan, algunas sucumben, pero todas entregamos lo mejor de nosotras, lo que las herramientas dentro de nosotras mismas nos permiten dar.

¿Qué hice? Correr una carrera a contra reloj, ya que una semana después del parto mis pechos sangraban tanto que no era posible amamantar a mi bebé. El dolor era insoportable, la leche goteaba y mi hijo quedaba con hambre. No era posible lactar de esa manera, en sufrimiento, mi bebé bebía sangre y lo mostraban sus heces. La instrucción de la pediatra, fonoaudióloga y asesora de lactancia fue la misma: extraerme lo más que pudiera, dejar descansar mis lastimados pechos, dejarlos expuestos para que cicatrizara más rápido y mientras tanto, darle mi leche a mi bebé en un vasito o tetero y completar con fórmula si no me alcanzaba con la extracción. Mi corazón estaba roto, el temor a que mi bebé no aprendiera a pegarse bien de mi pecho era enorme. Estaba tan determinada a lactar que no me di por vencida. Un mes después del parto pude empezar nuevamente a darle pecho, ya sano y sin heridas grandes.

Pero ahí no acabaron los problemas. Candidiasis en el pecho fue lo siguiente, y varias mastitis después, incluyendo amigas que me decían que parara ya esa insensatez y le diera tetero. Aprender a lactar fue un camino difícil para mi hijo y para mi, pero que día a día fuimos superando con información y asesoría adecuada. En mi caso fueron casi 8 meses de enormes desafíos pero que felizmente pude superar.

Pero 8 meses son demasiado tiempo para una madre que sólo tiene 2 o 3 meses de licencia de maternidad y no puede establecer la lactancia o corregir errores en tan poco tiempo; o para una madre que no tiene la información adecuada y desiste; o para la que aunque tengan la información y toda la ayuda, no logra producir la cantidad de leche que su bebé demanda; o para la mamá que escucha de sus familiares que no es una buena lechera y que se conforme con dar un tetero… y son muchos corazones rotos, porque lactar no es solo dar leche, es una conexión que se sueña, es un regalo que se anhela dar.

Luchar contra todos los contratiempos más cumplir las propias expectativas de madre que nosotras mismas nos hacemos es una carga muy grande, es una culpa que cada día crece más y que indudablemente interfiere en la lactancia. Por eso el título de este blog.

Cuando las mujeres comenzaron a trabajar, la leche de fórmula se hizo popular pues era claro que había que alimentar a los bebés y sus madres no estaban disponibles y poco a poco, gracias a las campañas de las asociaciones de pediatría y de las fabricantes de fórmula, la mujer pasó de amamantar a sus bebés a darles tetero, porque “parece más fácil”. Sumado a esto, se empezaron a crear mitos de que la leche materna no es lo suficientemente nutritiva, que después del sexto mes del bebé ya es pura agua y que dirán después del año y, además, gracias al invento del chupo, se reemplazó el objeto de sosiego y paz que era el pecho por una silicona sin sabor, calor ni olor. Todo esto fue desencadenando en un fracaso en la lactancia materna en nuestra sociedad moderna y en un afán por alejarnos de nuestro instinto y de lo que es natural y se encargaron de ocultar la verdad detrás de las maravillas del pecho y la leche materna. Algo parecido sucedió con el parto, el cual nos robaron y trasladaron a manos de hombres y nos desconectaron de nuestros cuerpos. Así es como día a día, la seguridad y la voz de la mujer se fue apagando para adaptarse a un mundo de especialistas que saben más de nuestro cuerpo que nosotras mismas.

El consejo que puedo darle a una madre primeriza es que se informe sobre la lactancia y sobre todos los mitos que han crecido alrededor de esta. Y si tres días después del nacimiento de tu bebé estás sufriendo de dolores insoportables a la hora de lactar, pidas ayuda inmediatamente, no dejes que pase el tiempo porque puede ser la diferencia entre el terror y la calma. Gracias a la era de información actual podemos encontrar fuentes seguras, asesoras en lactancia y pediatras responsables a favor de la misma. Un regalo para toda la vida es un libro estupendo, del maravilloso pediatra Carlos Gonzalez, que debería ser un manual de mesita de noche para toda aquella mamá que desea amamantar. Léelo, pero sobre todo, escucharte a ti misma y no a los opinólogos, repetirte día a día “sí puedo”, “sí tengo leche”, “soy una amorosa productora”, enfrentar tus sombras, entender que con el nacimiento de tu bebé tu también estás reviviendo inconscientemente tu propio nacimiento y la forma en que te maternaron, es el momento de sanar heridas del pasado. Procura pasar la mayor cantidad de tiempo posible con tu bebé pegado a tu piel y disfrutar las cosas que te hacen feliz, relajarte y contar con una red de apoyo, una pareja comprensiva, una visita de tus amigas, dejarte atender, todo eso libera oxitocina la cual está ligada a la producción de leche.

Deseo de corazón que seas una ganadora en esta carrera de la lactancia contra la modernidad y que puedas disfrutar una de las etapas más maravillosas de nuestra maternidad.

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